19/05/2019

Instrumentos de Evaluación

Escala Magallanes de Inteligencia para Niños de 3.5 a 6 años

Los instrumentos de evaluación se pueden clasificar de acuerdo a diferentes criterios. En cualquier caso, se puede considerar que un instrumento de evaluación de este modo cualquier medio que permita al profesional conocer, de manera “válida” y “fiable”, aquellas informaciones o datos con las cuales pueda establecer una “hipótesis explicativa y predictiva” de la situación en la que se encuentra su cliente en el momento de su consulta. Esto excluye test proyectivos: caja de arena, test del árbol, familia,… , tarot, bola de cristal, huesecillos, posos del té, etc., por su total ausencia de validez y fiabilidad.

La Psicología tradicional, cuyo origen es el psiconálisis, se ha orientado a la búsqueda de informaciones que permitieran establecer una hipótesis “explicativa”, mediante la cual se pudiera “comprender” la situación de inadaptación, “conflicto” o “trastorno emocional”, de quien efectúa la consulta profesional. Hipótesis explicativas que, necesariamente, además de “explicar” deben poder “predecir”. En ausencia de predicción, no hay “ciencia”, sino mera “especulación”.

Un ejemplo de este modelo de evaluación lo constituye la búsqueda de una “categoría clínica”, un “diagnóstico clínico” o un “psicodiagnóstico”.

El procedimiento de recogida de información para establecer un diagnóstico clínico, es propio de la Medicina y la mejora de sus procedimientos: análisis de sangre, orina, búsqueda de marcadores tumorales, ecografías, resonancias, etc., ha permitido mejorar mucho la identificación de enfermedades. Una vez alcanzado este diagnóstico clínico, la Medicina proporciona un “tratamiento específico”, adecuado a cada enfermedad: antibiótico para determinadas bacterias, antivirales, etc.

En Medicina, la búsqueda de un diagnóstico: una categoría clínica, es el fundamento de un tratamiento que se prescribe a todas las personas con la “misma enfermedad o categoría”.

En Psicología este procedimiento es totalmente inadecuado. Las situaciones personales son diferentes en unas personas y en otras. El hecho de que una persona se encuentre en una situación de estrés, que cursa con ansiedad, no conlleva “unívocamente” un mismo “tratamiento”. Las circunstancias socio-ambientales en las que vive, los factores personales: edad, sexo, niveles culturales, intelectuales, sistema de valores, actitudes, destrezas cognitivas en general, motivaciones, …, las experiencias vitales previas, tanto directas como vicarias,…

Todo ello hace que cada persona sea un caso único que requiere una Evaluación de tipo Individual y Contextual. Es decir, que los profesionales de la Psicología pueden imitar a los profesionales de la Medicina en la búsqueda e identificación de Factores Individuales de la persona en consulta, pero necesita imperativamente, añadir a la evaluación individual (médica) la recogida de información del Contexto en el que se encuentra la persona y las Interacciones entre dicha persona y su Contexto.

Este planteamiento que, para algunos docentes universitarios y profesionales, parece ser “novedoso”, constituye actualmente el “negocio” de los Cursos y Másteres en “Terapias Contextuales”, cuando la realidad es que la esencia misma de la Psicología Conductual lo constituye la “contextualidad” de toda conducta (revísese el Modelo de Campo de Jacob R. Kantor desde los años 40 del siglo pasado).

En este sentido, se han ido desarrollando en las décadas pasadas numerosos instrumentos; unos, orientados a mejorar u optimizar la identificación de características de los individuos y, otros, diseñados para conocer las características relevantes del entorno laboral, escolar, familiar o social de cada persona y sus interacciones individuo-medio.

Esta evolución de la evaluación psicológica, de manera muy similar a la evaluación de otras tecnologías (comunicaciones, transporte, construcción, medicina, agricultura, química,…) ha ido dejando “obsoletos” numerosos instrumentos de evaluación y, mejorando los modelos explicativos de los problemas o dificultades de las personas, dando lugar a la aparición de otros nuevos.

Test psicométricos o test proyectivos, basados en modelos explicativos superados o falsados empíricamente, no pueden seguir formando parte del conjunto de herramientas de los profesionales de la psicología científica.

Próximo a terminar el primer cuarto del siglo XXI, muchos instrumentos que formaron parte de las herramientas de los psicólogos, bien pueden ser archivados y conservados como historia del pasado de nuestra ciencia; pero, al igual que los teléfonos de disco, los móviles de antena, los coches de carburación, los televisores de tubo, las cocinas de carbón y otras tecnologías ya superadas, deben ir siendo sustituidos por instrumentos de mayor validez (de constructo, de contenido, …) y, especialmente, de fiabilidad.

En las páginas siguientes vamos a ir incorporando informaciones técnicas sobre diversos instrumentos, aportando los criterios que, al margen de otros no profesionales, faciliten a los profesionales la selección de instrumentos que hagan más rápida, eficaz y fiable la evaluación que con finalidad explicativa y predictiva se tenga que llevar a cabo antes del diseño y desarrollo de cualquier Plan de Intervención o Asistencia Psicológica a Menores, Jóvenes o Adultos.

Si lo deseas, puedes conocer la tecnología propia de la época en la que se elaboraron diversos test, que las editoriales americanas y europeas han pretendido “modernizar”, coloreando los estímulos con los que se diseñaron y baremaron algunos test (invalidando de este modo el instrumento), diseñando con formatos más modernistas las portadas e interiores de sus Manuales (que siguen sin incluir informaciones imprescindibles para su valoración técnica) y que, en un esfuerzo de monetización del instrumento, ofrecen correcciones e informes “on-line”, privando al profesional de valorar los valores de cada factor o variable evaluada, de acuerdo a su “intervalo de confianza”.

Si lo deseas puedes acceder a la “perla” en el siguiente link: