Dice un refrán popular que “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.
Esta es la situación en la que se encuentran muchos profesionales de la Psicología en Europa, Estados Unidos y toda Latinoamérica.
El desarrollo de un test es un proceso largo y costoso y, de manera similar a lo que sucede con las multinacionales farmacéuticas, no todos los productos que se ponen a la venta se convierten en un producto de éxito y de rentabilidad económica. Para conseguir esta rentabilidad se hace preciso mucho “marketing”: inversiones en publicidad en revistas profesionales, patrocinio y presentaciones en Congresos, acciones de “lobby” con administraciones públicas (sanidad, justicia, educación, …), Universidades; creación y mantenimiento de redes comerciales en zonas geográficas y países,…
Finalmente, se consigue implementar el uso de uno o varios test en las clínicas, consultorios de psicología, escuelas, universidades, empresas,…, y, una vez conseguido esto, se hace todo lo posible por prolongar la comercialización del producto que tanto trabajo ha costado convertir en un “best-seller” (lo más vendido no es necesariamente lo mejor)
Un ejemplo paradigmático de esta situación lo constituye uno de los instrumentos mejor conocidos, por más difundido y empleado:
Escalas Wechsler de Inteligencia. Diseñadas y elaboradas por David Wechsler hace decenas de años, su éxito comercial se ha mantenido con diferentes versiones posteriores, todas las cuales mantienen los mismos errores conceptuales y metodológicos que la versión original, a los cuales, igual que al poner un elefante en una tela de araña y ver que ésta resistía, fueron a buscar otro elefante, los editores (Psychological Corporation) le han añadido errores nuevos. Un ejemplo es la adición de colores en las pruebas de razonamiento, lo que afecta seriamente a la fiabilidad de la prueba al haber añadido una variable que no es “neutra” para todos los sujetos. Espectacular por el éxito alcanzado entre los profesionales que no ha sido capaces de entender que es IMPOSIBLE EVALUAR LA VELOCIDAD DE PROCESAMIENTO mediante una prueba de EJECUCIÓN MOTRIZ.¡¡¡¡¡
En efecto: la velocidad de “procesamiento” es el tiempo que tarda el cerebro en “procesar la información que recibe desde los sentidos: vista en este caso”. Cuando la prueba “de velocidad de procesamiento” lo que calcula es el tiempo que tarda el sujeto en marcar unas figuras, está añadiendo al tiempo de procesamiento (que oscila entre 100 y 250 milisegundos) el tiempo de ejecución (llevar el lapicero y marcar la figura) y así durante varios minutos.
La aparición en los año 90 de los escolares, mas tarde adultos, “inatentos” (los mal diagnosticados como TDAH subtipo Inatento) quienes se caracterizan por una notable lentitud motriz y cognitiva, ha dejado de manera evidente totalmente invalidada esta prueba. De acuerdo a esta nueva versión de las Escalas Wechsler (en cuyo manual y publicidad se le asigna la autoría al célebre psicólogo fallecido hace mucho tiempo) los sujetos inatentos no pueden discriminarse de quienes no lo son.
Con fines exclusivamente informativos, en sustitución de una valoración de test independiente de compromisos con empresas editoras o intereses académicos, proporcionamos algunos documentos que se han realizado siguiendo los Criterios de Valoración de Test Propuestos por la Comisión de Test del Consejo Estatal de la Psicología, quien -en nuestra opinión- los incumple de manera constante.
Consideramos que puede constituir una Guía de Conocimiento para la Selección de Instrumentos en el ejercicio profesional.
TEST PSICOMÉTRICOS (proporcionan una puntuación que compara al sujeto en evaluación con una población de referencia)
COBAR (Conceptos Básicos)
TEST CONDUCTUALES (proporcionan una puntuación que identifica la situación actual del sujeto en evaluación con respecto a una situación óptima y posible. Es decir que cualquier sujeto puede alcanzar la puntuación mínima de la prueba -ejemplo: “ansiedad”- o la puntuación máxima -ejemplo: “adaptación personal/auto.estima”)
Reynolds (Ansiedad Infantil)